Tras el jarro de agua fría que supusieron las cifras de enero, cuando se destruyeron más de 230.000 empleos y 60.400 personas engrosaron las listas del paro tras el final de la campaña de Navidad, el mercado laboral recuperó el pulso en febrero, exhibiendo resiliencia en un entorno económico incierto. El mercado cerró el mes con 103.621 cotizantes más, que elevan hasta 20,7 millones el número de afiliados a la Seguridad Social (por debajo del récord alcanzado en julio de 2023, en 20,89 millones) y 7.452 parados menos, que situaron el número de desempleados en 2,76 millones, según los datos publicados ayer por los Ministerios de Seguridad Social y de Trabajo. Es el mayor incremento de cotizantes en un mes de febrero desde 2007, cuando se crearon 137.400 nuevos empleos, mientras que el paro registrado reanudó su senda descendente tras haber repuntado en 2023 (+2.618) y sobre todo en 2021, cuando, pese a la reapertura de la economía tras el Covid, más de 44.400 personas acabaron en las oficinas de desempleo.
Aún en términos desestacionalizados, en una economía que para bien o para mal, sigue teniendo un fuerte componente estacional, el saldo es positivo, con 73.492 ocupados más y unos 28.200 parados menos. Sin embargo, no todo el monte laboral es orégano, ni la aparente fortaleza del empleo es homogénea. De hecho, la creación de empleo, que en el último día laborable de febrero sufrió la baja de 158.300 cotizantes frente a unas altas de solo 49.700, descansó sobre todo en tres sectores: la hostelería, que sumó 29.230 cotizantes, sobreponiéndose así en parte al varapalo sufrido en enero tras el final de la Navidad; la educación, que añadió 28.941, y la construcción, que creó 18.189 nuevos puestos de trabajo.
Entre los tres aglutinaron prácticamente dos tercios del empleo generado en febrero y ayudaron a compensar la debilidad mostrada por las actividades sanitarias que, tras empezar a reducir los refuerzos para afrontar las epidemias invernales, perdieron 10.252 cotizantes, y el comercio, que después de destruir más de 45.000 empleos en enero, perdió otros 9.590 en febrero. En un mes marcado por las protestas en el sector agrario, el empleo resistió en el Régimen General y sumó 1.879 nuevos afiliados en el mes, pero no ocurrió lo mismo entre los autónomos del campo (que son mayoría), donde se perdieron 306 empleos, mientras que la industria manufacturera, que en febrero retornó al territorio del crecimiento gracias al aumento de los nuevos pedidos y de la producción, según los últimos índices PMI, aportó 13.130 cotizantes más.
Cataluña y Andalucía aglutinaron la mayor creación de empleo, con 23.637 y 18.325 nuevos cotizantes; seguidas de Baleares, con 14.808 ocupados más, y Madrid, con 12.648. Castilla-La Mancha fue la única región que destruyó empleo, perdiendo 1.314 afiliados.
El comportamiento asimétrico se dejó notar también en el paro, con caídas en 11 comunidades, lideradas por Andalucía y Comunidad Valenciana, donde bajó en 4.110 y 1.552 personas, e incrementos en las 6 restantes, encabezadas por Aragón y Madrid, con 667 y 465 parados más. Asún así, el desempleo disminuyó en los cuatro grandes sectores de actividad, caída inducida por el sector servicios, donde 8.548 personas salieron de las listas del paro; seguido de la construcción, con 2.433 desempleados menos; la industria (-1.865) y la agricultura (-315). Pese a esta caída, los datos de desempleo siguen distorsionados por la falta de estadísticas sobre el número de fijos discontinuos que, aunque no están activos, no figuran como parados. “Si a los 2,76 millones de parados registrados se añade el número de personas que no están trabajando pero están contabilizadas en figuras como los fijos discontinuos, disponibilidad limitada, en ERTE y otras situaciones, la cifra real de parados asciende al entorno de los 3,9 millones”, señaló ayer Cepyme, que urgió a que Trabajo “clarifique cuántas de las personas incluidas en esos epígrafes están activas y cuántas no” para “poder hacer un estudio real de la evolución del desempleo”. Todo ello en un contexto en el que si bien la contratación temporal va perdiendo peso respecto a la indefinida, sigue siendo mayoritaria, representando casi el 54% del total y que muchos de los contratos fijos que se firman son a tiempo parcial (120.290 en febrero, un 16,4% más mensual), lo que confiere un tinte de precariedad al empleo creado.
Fuente: Expansión