En un contexto económico y social de transición entre la actividad agropecuaria y la modernización industrial, influenciado por la decadencia de las ferrerías en la región, nació la empresa de materiales de construcción Cementos Lemona, en 1917.
La empresa vizcaína ha evolucionado y se ha adaptado a cambios económicos y tecnológicos. Apostó por primera vez por la sostenibilidad en 1940, cuando realizó cambios estatutarios importantes y transformó los tradicionales sacos de yute por unos hechos de papel. Tras la crisis de 1989, hizo una reestructuración estratégica y diversificó sus inversiones hacia sectores derivados, como el hormigón, el prefabricado, los áridos y el mortero. A principios de este siglo, a través de una inversión de calado en sus instalaciones de Lemona, amplió su capacidad, mejoró la eficiencia energética, y apostó por el medioambiente, la circularidad y la valorización. En 2007, dejó de ser independiente cuando la titularidad de la compañía pasó a manos del grupo constructor FCC. Después de la crisis financiera, en 2013, la multinacional irlandesa CRH adquirió el 99,06% de Cementos Lemona.
CRH es proveedor líder de soluciones de materiales de construcción. Ocupa las primeras posiciones en el mercado norteamericano y europeo y está clasificada entre los líderes del sector por las agencias de calificación ambiental, social y de gobernanza (ESG). Tanto la multinacional como Cementos Lemona tienen el propósito de “reinventar la manera en la que construimos nuestro planeta, creando soluciones que resuelvan los desafíos de hoy para hacer un mañana mejor”, apunta el director general del Grupo Cementos Lemona, empresa de CRH, Carlos Badiola Ibarreche. “Nuestro objetivo es conseguir que la construcción sea más fácil, segura y sostenible”.
Dispone de todo tipo de certificaciones: de calidad del sistema de gestión, de calidad de producto, medioambiente, seguridad, gestión sostenible y eficiencia energética, “que hacen de su modelo de gestión un ejemplo en la industria nacional e internacional”, añade Badiola Ibarreche.
La actividad geográfica de la multinacional vizcaína se divide en tres partes iguales entre Euskadi, la mitad norte de España, y la exportación a terceros países. Sus operaciones abarcan diversos territorios del norte de Europa e intervenciones de todo tipo: proyectos de transporte e infraestructura de servicios públicos críticos, o construcciones complejas no residenciales y soluciones para la vida al aire libre, entre otros.
Cementos Lemona no cesa en su empeño de conseguir una serie de objetivos estratégicos, tanto en su negocio de cemento, como en los derivados, áridos, hormigón y mortero. Tiene la ambición de implementar una cultura de seguridad y bienestar para lograr cero accidentes en el lugar de trabajo. Busca crear relaciones duraderas e invertir en el talento de sus equipos. Pretende abordar el cambio climático “mientras nos esforzamos en la neutralidad de carbono en la cadena de valor del cemento y el hormigón para 2050”, explica el director general, ya que aspira a “entregar productos y soluciones innovadores para impulsar el progreso hacia un entorno construido resiliente y con emisiones netas cero”.
La compañía ha puesto en marcha medidas profundas e inversiones para reducir las emisiones de carbono directas como indirectas. “Aumentamos la valorización y la reutilización de subproductos. Para lograrlo, aplicamos IA en nuestras operaciones y así conseguimos ser más eficientes energéticamente”, elabora Carlos Badiola Ibarreche. En su afán por respetar el medio ambiente, Cementos Lemona ha lanzado planes de biodiversidad en sus canteras y muestra un apoyo continuo a las comunidades locales donde opera.
El Grupo SPRI es uno de los agentes que ponen en marcha la estrategia RIS 3 Euskadi para impulsar la especialización inteligente en los ámbitos de la energía, la fabricación avanzada, la biosalud y la nanociencia.