El desarrollo de nuevos materiales es uno de los asuntos pendientes en el camino hacia diseños más sostenibles. Uno de los propósitos de estas investigaciones y de su aplicación es la reducción de emisiones de CO2. Tecnalia, INTA y la UCLM colaboran para su industrialización en la fábrica que el centro tecnológico ha construido en San Sebastián.
En ese camino hay dos desafíos: desvincular la fabricación de los materiales de combustibles fósiles y alcanzar la neutralidad de las emisiones de gases de efecto invernadero. Ente las alternativas que hay sobre la mesa está la de sustituir los materiales metálicos por materiales compuestos.
Sin embargo, esto supone un nuevo reto: “Incrementar la presencia de componentes no metálicos en sectores como el transporte, la energía o la construcción redunda en la falta de funcionalidades como la eléctrica o la térmica”, explicó la responsable de la Plataforma de Materiales Multifuncionales en Tecnalia, Sonia Flórez Fernández a Invertia.
Para recuperar esas propiedades, este centro tecnológico se ha unido al Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA) y a la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM) para avanzar en el desarrollo del buckypaper.
Este material, que se caracteriza por su ligereza, flexibilidad y resistencia, se fabrica con nanotubos de carbono (CNT) que le otorgan “unas propiedades mecánicas, térmicas y eléctricas extraordinarias (pesa la décima parte que el acero y tiene una fuerza 500 veces superior), convirtiéndole en una opción excelente para sectores como la aeronáutica y la automoción”, describió la investigadora.
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