Embarcarse en una reforma o rehabilitación de edificio se ha convertido en una auténtica odisea. Para que se haga una idea: si ahora mismo intentase realizar unas obras en su comunidad, los obreros pondrían en marcha la maquinaria al son de la retreta y el tun-tún del próximo San Prudencio. Y en el mejor de los casos, con la llegada de la Navidad; aunque siempre hay excepciones. Así lo confirma Javier Montero, presidente de CAFIGUAL (Colegio Territorial de Administradores de Fincas de Álava y Gipuzkoa). “Las esperas son de hasta un año. No recordamos una situación así”. El sector se ha saturado por completo.
En la ecuación entran varios factores. El más directo tiene que ver con la agenda. El pasado junio se conoció que la rehabilitación de viviendas en Euskadi se había disparado un 32% por la inyección de fondos europeos. Las ayudas públicas para amortiguar el gasto animaron a muchas comunidades a dar el paso -tanto que el Gobierno vasco tuvo que cerrar el grifo ante la alta demanda- para hacer su edificio más ‘eco’ o instalar un ascensor. Tal fue la demanda que por primera vez el gasto en rehabilitación en el País Vasco superó el curso pasado al de nueva construcción (mil millones de euros frente a 736 millones). La cuestión es que esta cascada de solicitudes ha rebosado un vaso ya de por sí lleno. Porque a la actividad cotidiana que permite mantener el pulso al gremio -en Vitoria hay un total de 120.171 viviendas- se sumaron los daños causados por circunstancias excepcionales como la histórica granizada del curso pasado que a día de hoy aún se siguen arrastrando. “Desde hace un tiempo, tenemos un serio problema para encontrar empresas que te hagan el trabajo. Después de que el Ayuntamiento te conceda la licencia de obra, que suelen ser dos o tres meses, te toca ponerte a la cola en la liste de espera del gremio”, describe Montero. Preguntado acerca del caso de una comunidad de vecinos de Sansomendi, que llevan un año con la zona vallada, confiesa: “No me sorprenden nada los tiempos. En algunos casos incluso se están pidiendo prórrogas en la licencia de obra”.
En este contexto, la solución pasaría por contratar más mano de obra para acelerar los trabajos y así quemar más rápido los plazos. Sin embargo, el escenario es el inverso. “Corroboramos la sensación de demoras manifestada por los administradores de fincas. Existen dificultades para encontrar mano de obre y eso provoca retrasos. No es algo nuevo, lo venimos arrastrando desde la pandemia”, confirma Luis Alba, constructor y presidente de Uneca (Unión de Empresarios de la Construcción de Álava, asociación integrada en SEA Empresas Alavesas).
La necesidad de mano de obra en la construcción es acuciante. Los datos reflejan esa falta de músculo. Según el Ministerio de Trabajo del Gobierno de España, en el país existen 61.000 vacantes para un puesto como albañil, 21.000 peones de construcción, 12.000 electricistas y 12.000 encargados.
Fuente: El Correo, versión impresa del viernes 24.05.2024