Demoler bien, construir mejor
Hablar de demolición es, para muchas personas, hablar de un final. Pero para Lezama Demoliciones, es justo lo contrario: el principio de algo nuevo. En una industria que avanza hacia modelos más sostenibles y exigentes, esta empresa vasca —socia del Clúster de la Construcción de Euskadi— lleva ya tres décadas demostrando que derribar puede ser, también, una forma de construir.
Nacida en 1995, al calor de la reconversión industrial de Euskadi, Lezama Demoliciones ha crecido desde su base en Trapagaran (Bizkaia) hasta convertirse en un nombre clave en el sector. Hoy, con una plantilla cercana a los 200 empleados, una facturación cercana a los 50 millones de euros, y clientes que van desde grandes multinacionales hasta administraciones públicas, su huella está presente en algunos de los procesos de transformación más relevantes del país.
Técnica y sostenibilidad al milímetro
Derribar una central térmica de más de 1.400 MW y 650.000 m² no es un asunto menor. Pero en proyectos como el desmantelamiento de As Pontes, la mayor del Estado, Lezama aplica lo que mejor sabe hacer: combinar precisión técnica, lectura del entorno y decisiones que priorizan tanto la seguridad como la reutilización.
Nada se improvisa. Cada demolición comienza mucho antes de que las máquinas entren en acción. Estudian, planifican, miden. Aplican voladuras selectivas solo cuando la escala lo exige. Aplican un sistema ordenado y preciso para separar cada tipo de residuo. Optimizar recursos y minimizar residuos no es una meta: es parte del método.
Con tasas de valorización superiores al 90 % en grandes obras industriales, respaldadas por certificaciones como ‘Residuo Cero’, Lezama Demoliciones reorganiza el terreno para lo que viene.
Ingeniería con mirada larga
Lejos de la imagen clásica del derribo a golpe de excavadora, la propuesta de Lezama tiene algo de coreografía técnica y mucho de pensamiento a largo plazo. Donde otros ven fin de obra, ellos trazan inicios. Identifican lo que puede conservarse, aprovechan lo que aún tiene valor, y aseguran que el impacto sea mínimo.
Así es como se convierten en agentes silenciosos pero imprescindibles en procesos de regeneración urbana, reconversión industrial o grandes obras públicas. Allí donde se empieza desde cero, garantizan que ese punto de partida esté limpio, seguro y orientado al futuro.
Construir mejor empieza por saber demoler bien. En Lezama lo saben. Y lo demuestran en cada proyecto.

