La digitalización ya es una realidad en el sector de la construcción, aunque su avance sigue siendo más lento que en otras industrias. Herramientas como BIM, sensores inteligentes o plataformas colaborativas están presentes en muchas organizaciones, pero el salto aún no es uniforme. Así lo refleja el informe Digitalisation in the Construction Sector del European Construction Sector Observatory.
Aun así, la evolución es innegable. Más conectada y estratégica, la construcción empieza a adoptar una mirada digital que trasciende lo operativo.
Sobre este proceso hablamos con Clara Camprovín Tobías, responsable de desarrollo de negocio en el Centro de Excelencia de Microsoft en Ayesa y miembro de la Junta Directiva del Clúster de la Construcción de Euskadi, BUILD:INN. Desde su posición, aporta una visión crítica, ambiciosa e integradora sobre el futuro del sector.
1. La construcción ha pasado, casi sin hacer ruido, de estar entre los sectores más rezagados en digitalización a acelerar como pocos su transformación tecnológica. ¿Qué ha hecho posible este cambio en un ámbito históricamente tan conservador?
Diría que este cambio no lo ha provocado una única tecnología, sino la combinación de varios factores culturales, económicos y tecnológicos. Por un lado, la presión regulatoria, la sostenibilidad y la necesidad de eficiencia han actuado como impulsores. Por otro, la madurez del cloud, la inteligencia artificial y la gestión avanzada del dato han demostrado que pueden mejorar la productividad sin alterar la esencia del oficio.
Durante años, la construcción fue sinónimo de procesos manuales, papel y decisiones basadas en la experiencia. Hoy, las obras se gestionan casi como fábricas distribuidas, donde cada decisión se puede medir, anticipar y optimizar. Eso ha cambiado la mentalidad de los equipos directivos: ya no se discute si digitalizar, sino cómo hacerlo de manera ordenada y con retorno.
2. Desde el Centro de Excelencia de Microsoft en Ayesa trabajas con empresas que están repensando su manera de construir a través de los datos y la tecnología. ¿Qué te ha enseñado esa cercanía sobre cómo se gestiona, en realidad, una transformación digital?
Que la tecnología, en el fondo, es la parte fácil. Lo difícil es gestionar el cambio cultural que implica. Una transformación digital no empieza con una implantación de software, sino con una reflexión estratégica sobre cómo quiere trabajar la empresa dentro de tres o cinco años.
Desde Ayesa acompañamos a constructoras, promotoras y gestoras de activos que buscan unificar sus datos, automatizar procesos o trasladar sus operaciones al cloud. Y lo que aprendemos en cada proyecto es que el éxito llega cuando la tecnología se vincula a un objetivo empresarial concreto: control de costes, agilidad operativa, sostenibilidad o reporting en tiempo real.
El uso de soluciones como Dynamics 365, Power Platform o Microsoft Fabric está permitiendo pasar de una gestión fragmentada a una visión unificada, donde los datos financieros, técnicos y de obra se integran en un mismo entorno. Ese salto —del Excel al dato gobernado— es, en realidad, la esencia de la transformación digital en la construcción.
3. Participas activamente en la Junta Directiva de BUILD:INN, un espacio que reúne a compañías con visiones y tamaños muy distintos. ¿Qué te ha enseñado esa convivencia sobre cómo se construye realmente la innovación colectiva?
Me ha enseñado que la innovación no depende del tamaño ni del presupuesto, sino de la actitud colaborativa. En BUILD:INN convivimos grandes grupos, ingenierías, startups y centros tecnológicos, y cada uno aporta una pieza fundamental: la experiencia en obra, la agilidad para experimentar o la capacidad de investigación aplicada.
Cuando esos mundos se conectan —la obra, la universidad y la tecnología— es cuando surgen los avances que realmente transforman la industria: metodologías compartidas, soluciones escalables y una nueva cultura de colaboración.
BUILD:INN ha conseguido que la innovación colectiva sea una práctica real, no un discurso. Hoy el clúster es un espacio donde se generan proyectos punteros, se incorpora talento joven y se impulsa una visión compartida del futuro del sector: una construcción más digital, más sostenible y más competitiva para Euskadi.
4. Si miras nuestra industria con cierta perspectiva, ¿hacia dónde te gustaría que evolucionara?
Hacia una construcción más industrializada, más conectada y más consciente. La digitalización no es un fin en sí misma, sino una herramienta para construir mejor: con menos residuos, mayor precisión y un control integral del ciclo de vida del activo.
Me gustaría que, dentro de pocos años, la gestión del dato sea tan natural como la gestión de una obra. Que los equipos hablen de interoperabilidad, de inteligencia artificial o de gemelos digitales con la misma naturalidad con la que hoy hablan de licitaciones o materiales.
Y también deseo que el sector siga abriendo espacio al talento femenino. La digitalización está creando nuevas oportunidades profesionales —desde la analítica de datos hasta la automatización de procesos— y debemos aprovecharlo para construir una industria más diversa y atractiva para las nuevas generaciones.
Si algo me ha enseñado mi trabajo en Ayesa y en BUILD:INN es que la innovación no depende de los recursos, sino de la visión. Y hoy, la construcción vasca tiene una oportunidad única para liderar esa nueva etapa donde tecnología, sostenibilidad y colaboración se convierten en la base del crecimiento.
